Se le han quebrado las cuerdas
al arpa de nuestras vidas.
Ya no suenan los acordes
y se ha roto la armonía.
Algo así significó para todos el estallido de la Pandemia. ¡Y fue tan sorpresiva! que sentimos que hemos soltado las riendas y vamos a la deriva.
No he tenido la experiencia de haber vivido una muerte cercana, pero me duelen todas, te duele la soledad pasados los 80, te duele el miedo al riesgo, los desgarros motivados por las ausencias…
Entre ellas la de mi nieto, con el que había mantenido una relación cercana de madurez y adolescencia, de incertidumbres y esperanzas, de ímpetu y reflexión; esa riqueza que crean los contrastes.
Y estando muy cerca no nos vemos de forma permanente hace un año.
No somos dioses, ha quedado muy claro, que solo UNO nos ayudará a recomponer los sueños rotos, a potenciar abrazos contenidos, a pensar que lo real no sea una quimera y a convertir el otoño en primavera.
Autor: Marisol
Edad: 82
Ocupación: Maestra jubilada
Localidad de residencia: Mendavia
Publicado el 16 Mar 2021