Adivino el amanecer/El sol pugna por salir por el sur- este,/entre la luz del horizonte y las nubes rosadas.
Veo el Urbizkain,/con más de la mitad de su ladera roturada,/ahora cubierta de amarillo por las flores de colza.
Al fondo se levantan dos grúas azules de Comansa./ Quietas.
La barrera de Itaroa,/ se muestra apagada y triste.
Al cobijo del Malkaitz,/Gorraiz y su castillo, /donde nació mi abuelo.
Y ya al sur,/la Higa de Monreal,/se levanta vigilante.
Por el oeste, casas./Casas quietas, cerradas,/donde los caracoles se resguardan/temerosos y desconfiados.
El cielo limpio,/sin rasguños blancos que rompan su azul.
Y en la plaza, nadie./de vez en cuando pasa un alma, /presurosa, con mascarilla/y el pan bajo el brazo.
Silencio y quietud.
Mis plantas de tomate/esperan pacientemente/ser trasplantadas en la huerta.
Suenan las campanas llamando a la iglesia./Nadie atraviesa la plaza.
Sólo las golondrinas vuelan alborozadas/alrededor de sus nidos/debajo de los aleros de las escuelas viejas. Y las palomas ocupan el tejado de enfrente/ hasta que una rapaz las hace volar.
Ya a las ocho, los caracoles se asoman/y aplauden un momento. Si acaso comparten su preocupación con el vecino.
La luna llena de primavera/nos observa perpleja.¿Qué pasa? ¡ESTAMOS CONFINADOS!
Autor: Txaro Labiano Ascunce
Edad: 68
Ocupación: Jubilada
Localidad de residencia:
Publicado el 22 Jun 2021